domingo, 10 de febrero de 2013

Baile de máscaras

Se me antojaba extraña tu presencia en aquél lugar. Era todo tan grotesco, tan poco afín a tu persona. Eres tan elegante, que te me apareciste como un ángel salpicado del aura blanca más pura que jamás había visto. El lugar estaba lleno de caras anónimas, tapadas por máscaras de todo tipo, guardando la identidad de quién las llevara. Pero a ti era imposible no reconocerte: el vestido blanco, los rizos de oro, esos ojos que se veían a quinientos años luz de distancia. Caí en la cuenta de que no quería mantener mi identidad oculta, quería que me vieras, me conocieras y te acercaras a mí. Y eso fue exactamente lo que sucedió: te acercaste sibilina a mi posición, con una mano agarrabas la máscara que aun te ocultaba el rostro y con la otra me cogiste firme pero delicadamente la mano para deleitarme con unos movimientos espléndidos. Dibujamos ambos una sonrisa jovial, supe en ese instante que quería tener una vida a tu lado. Era tan feliz, que noté un pinchazo en el corazón. ¿Tanto podía doler la felicidad? Se me hizo extraño, incluso, que goteara sangre. Esto no era felicidad. Te alejaste con la misma sonrisa que llevabas puesta toda la noche, dejaste el puñal ensangrentado en el suelo y tu vestido blanco impoluto quedó manchado de gotas de mi corazón. 

3 comentarios:

  1. Uah! Me encanta, mi favorito hasta ahora! Es muy simbólico, lo interpreto como un desengaño amoroso. Es así? Besicos

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  2. Wow... sin palabras, me has dejado sin palabras... casi me ha dolido a mi tanto como al enamorado la indiferencia de la dama de belleza inhumana, pero de corazón tan humano como cruel. ¿Que le llevaría a ello? ¿venganza? ¿era acaso sicaria? Tal vez la victima que ahora nos dibuja este breve relato en otro trozo de su historia no fue tan inocente.
    Esplendido, gracias por escribir algo así.

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  3. Aunque también estoy de acuerdo con la primera que ha comentado XD

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