martes, 31 de marzo de 2015

Conformismo

No es que me conforme, es que hay cosas que no van a cambiar por mucho que me molesten. Y es verdad que lo mismo pensaban algunas mujeres, que quejarse no serviría para mejorar su estatus social y su papel en la vida cotidiana, y cuán equivocadas estaban.

Y es cierto también que los obreros torturados se quejaron durante mucho tiempo para conseguir lo que hoy día tenemos. Es cierto que alguien en algún momento tuvo que pensar: "igual no sirve para nada hoy, pero servirá para un mañana" y acertaron de pleno.

Pero, ¿cómo convences a un ser querido de que está tomando un rumbo totalmente equivocado en su vida? ¿Cómo le haces entender que si sigue así no acabará bien? Por muchas charlas que haya, por mucho razonamiento filosófico que intentes inculcarle, no cambia. 

Y no es que me conforme, es que a veces no se puede hacer nada. A veces hay cosas que no cambian.

domingo, 8 de marzo de 2015

Marcharse

El día se vuelve negro, la noche se pone blanca. 
Tirita mi alma al verte, pues hoy con gran pesar te marchas. 
Suenan campanas en mi corazón, late en mí la desesperación. 
Sé que te vas y al mirarte, temblar. 
Me dejas, te alejas, de mí te vas.

Llegas a mí y me llenas de amor; te hartas de mí y me dejas dolor. 
En vida me odiaste, no me diste el perdón; truenos y rayos en mi interior. 
Oigo tu voz susurrarme al oído; te quise y te quiero, te digo y repito.

domingo, 1 de marzo de 2015

Pirata

La botella llega a su fin. El olor del alcohol se ha extendido por toda la estancia, pero él ni se percata. La realidad se le deforma a una rapidez increíble; cuando quiere cruzar la habitación para salir de ella por las escaleras, puede notar el efecto de la sustancia en sus venas ya que le cuesta mantenerse erguido. Se corta la piel cuando pisa la botella rota caída al suelo y gime de dolor, pero sigue caminando descalzo por la madera húmeda dejando su rastro rojizo y sube las escaleras hasta salir a cubierta. Sus marineros se están tomando un descanso y su primer impulso es arrearles a todos unos azotes, pero no lo hace, le da igual. Con la vista al cielo, se dirige a su estimado timón y aparta al hombre que lo maneja de un manotazo. Siente la brisa chocar con su mugrienta y alvina cabellera y se siente libre, aunque también un tanto mareado.

Siempre había querido esta vida... ¿o acaso no pudo elegir? Recordaba vagamente su infancia, pero no tenía interés en rememorar aquello. Era feliz, era libre, y eso era lo que importaba ahora. Le quedaba poco, y él lo sabía, aunque su segundo de abordo no estuviera de acuerdo con él. Pero el dolor cada día se extendía por más recónditos de su viejo cuerpo e intentaba apaciguarlo con ingestas exageradas del elixir bendito de los mares. Porque él era un pirata y eso es lo que debía hacer.