miércoles, 2 de noviembre de 2016

Se acabó

El mismo sueño acude a mí noche tras noche desde que te perdí:

En mi lecho yazco sin respiración, sin voz, con los ojos abiertos y el mismo ruido constante: siempre la brisa moviendo los árboles que eternamente me rodean.
Y no puedo moverme. Simplemente mi destino es estar aquí, observando el paso del tiempo y como único reloj el cambio de temperatura y el aspecto cambiante del entorno.
No puedo hacer más, salvo acordarme del suave movimiento de tu pecho mientras te perdía. Recordar cómo tu calor huía de ti, como tú huías de la vida.
Y de mí.