miércoles, 21 de agosto de 2013

Lo que provoca en mí tu recuerdo

Me gustaría estamparte en la cara el "dolor" causado. Dolor quizás es demasiado fuerte para expresar lo que he sentido, pero no sé describirlo mejor. No me sentí derrotada ni falta de ganas de vivir, sino rota, como un juguete aislado de los nuevos y desgastado. Como si al avanzar en una gran escalera hacia la meta, me hubieras dado un empujón y hubiera bajado cinco grandes escalones de golpe. Siento como si todo este tiempo lo hubiera perdido. Mi tiempo. Se ha escapado en tu aliento, en tus risas, en nuestros momentos. Y si hubieran servido de algo, créeme, no me arrepentiría. De hecho, ni siquiera me arrepiento ahora, aunque sienta que he desperdiciado años de mí. No fue el fin del mundo, pero me enerva de manera bárbara el hecho de que las cosas quedaran como si yo hubiera sido la irracional. Como si yo hubiera tenido culpa alguna de mi pesar. El pesar que tú me has causado, y todo sólo por hacer algo tan insignificante como quererte en silencio, aguantando cómo a sabiendas me manipulabas a tu antojo y yo asentía con una insulsa sonrisa en la cara. Y además de todo lo acontecido, tengo que soportar cómo te regocijas de lo maravillosa que es tu vida y de cada uno de los amantes que pasan por tu cama. Y sigo sin decir nada, hasta que explote.