sábado, 23 de febrero de 2013

Brenda Byron

Me llamo Brenda y mi mamá siempre me ha dicho, desde muy pequeñita, que soy una persona muy especial y única. Y desde muy pequeña siempre he ido a escuelas especiales, donde mis amigos son únicos como yo. A muchos los quitan de mi lado, quizás no se portan del todo bien y los castigan. 

Lo que más me gusta es el fin de semana, porque es el momento en el que estoy con mamá y ella puede contarme todo lo que ha sucedido durante la semana, cómo está papá y cómo le va a Sylvie en la universidad. ¡Estoy tan contenta por ella! Nunca puedo verlos, porque mi hermana vive en el campus (lejos de aquí) y sólo viene por fechas importantes y papá siempre está muy ocupado. 

Una de las veces, hace ya algunos meses, encontré a mamá llorando mucho y a raíz de ahí cada vez que la veo tiene los ojos enrojecidos o las mejillas mojadas. Ella es mi persona favorita en el mundo, cuando en la escuela nos dicen que dibujemos lo que más queremos en el mundo o lo que más nos gusta, siempre la dibujo a ella, a mi mamá. 

viernes, 22 de febrero de 2013

Juego

No sé qué pasa, qué hice mal. No sé por qué me ha tocado esta realidad. Esperaba sola a mi triste verdad, y aquí está. ¿Qué hice que a nadie le gusta? ¿Por qué me tratan tan mal? Soy como una niña, todo me asusta. Todo cambia y yo no voy a cambiar. Sólo es la primera vez de un millar, no va a terminar. Acaba de empezar. El turno me salta, no tiro los dados, me mandan casillas atrás. Este es mi juego, mi ajedrez infernal, un simple peón ocupó mi lugar. Yo era la reina, y qué cercano veo mi triste final.

jueves, 21 de febrero de 2013

Hermanas de Sangre

Marta era una chica alta, de ojos y cabellos castaños, de una piel blanca y fina y huesos más bien escuálidos. Su pasión todavía estaba por definir, pero sus padres se habían fijado, como todo el mundo que la conocía, que tenía un gran sentido de la imaginación a la hora de inventar historias. Ariadna era... alta, de ojos y cabellos castaños, de una piel blanca y fina y de huesos, bueno, más bien escuálidos. Las dos habían nacido el mismo día, tenían los mismos padres y la única diferencia que había entre ellas era alguna facción diferente, el carácter y, precisamente, sus pasiones. Había otra diferencia muy importante, pero mejor no aludirla ya que ni ellas mismas la sabían.

***
Recuerdo que fue más o menos a la edad de trece años cuando comencé a darme cuenta de las diferencias que marcaban que ella era Ariadna y que yo era Marta. Además de cómo éramos interiormente, había alguna cosa externa que también nos diferenciaba, y justo por estas fechas, no sabía qué, pero sabía de su existencia. Y creo que ella también se percató de ello.

viernes, 15 de febrero de 2013

Muerte del amante

Su castigo apela al corazón,
condenado a una prisión
allá arriba, en el cielo,
pero él está atado al suelo.

El dolor brota de sus ojos de miel, 
sufre al saber que no tendrá más su piel.

El recuerdo de sus cabellos enredados, 
sus dedos entrelazados, 
sus gozos compenetrados... 
ese sudor que les hacía despreciados. 

Ya nunca sentir podrá
esos labios que siempre besaba 
y sus dedos no podrán más viajar 
por aquellos infernales paseos 
de carnales deseos. 

Pero ya basta, no podrá soportar, 
ya basta, no puede ni imaginar 
el no sentir su aliento, qué castigo tan cruel, 
estando tan cerca pero alejándose a la vez. 

Sin poder tocar, sin poder besar, 
sin poder sus dedos entrelazar. 
Sin tener los cabellos enredados 
y sin poder acariciar sus labios 
fundidos en placer
Y vuelve a palpar los dedos de hielo 
para volver a la realidad 
y percatarse de que sus manos
ya no se tocan ni se van
a volver a tocar.

jueves, 14 de febrero de 2013

Fragmento

Mi reacción la deja perpleja. Lo primero que pienso en cuanto me comunica la terrible noticia es "me está tomando el pelo, es broma". No, no es broma: nuestro padre ha muerto. Sus mejillas aún están húmedas al decírmelo. Sus ojos, enrojecidos, declaran la veracidad de sus palabras. "No" le contesto. Un simple no, para después largarme escopeteada a aclarar mi mente. ¿Qué demonios tengo que aclarar? No quiero llorar. Sí quiero, pero no delante de ella. Siempre he sido la más fuerte, a pesar de ser la pequeña. Ella siempre ha confiado en mí para prestarle un apoyo y yo siempre se lo he ofrecido con todo el amor del mundo. Es mi hermana, es mi sangre. En realidad sólo es apariencia, no soy más fuerte que ella, simplemente sé esconder mis sentimientos mucho mejor y eso la deja a ella a merced de la maldad y crueldad del mundo. Ella es más autosuficiente que yo, más independiente, y eso lo sabe perfectamente, pero le gusta seguir resguardándose del mundo tras mi espalda, es a lo que está acostumbrada. Pero, repasemos, ¿qué soy yo? Soy un desastre, soy dramática, hago montañas miles de un mísero grano de arena, un huracán de una brizna de aire veraniega. Tengo la autoestima por los suelos, nunca nadie ha querido estar conmigo, vivo sola, huyendo de toda la familia a excepción de mi miss-ojos-azules, mi hermana mayor.

martes, 12 de febrero de 2013

Cambiaste

No creí que te fueras a dejar llevar tan fácilmente, no pensé que fueras a caer tan bajo solo por una sensación. Creía que eras más fuerte pero veo que te has reducido a algo incluso más pequeño que el ser humano despreciable en sí. Me gustabas antes, eras más tú misma. Yo estaba contigo, quería estar a tu lado, si no lo demostré debiste haberlo visto o haber confiado en mis palabras. Te has abandonado, demasiado. No te sabes ya ni valorar. No te salen las verdades por la boca, sonríes falsamente, pretendiendo que todo está normal. ¿Acaso no lo ves? No comprendo cómo has podido llegar a este extremo. No tuviste a nadie que te dijera "después de una tormenta siempre sale el sol". Te refugias en cuatro paredes de cartón, te defiendes con una cuchara de palo y una sartén, un escudo transparente. La nube te sigue a todos lados, lloviéndote a cada error que efectúas. Incluso pensé en seguirte, pensando que eras invencible.

domingo, 10 de febrero de 2013

Baile de máscaras

Se me antojaba extraña tu presencia en aquél lugar. Era todo tan grotesco, tan poco afín a tu persona. Eres tan elegante, que te me apareciste como un ángel salpicado del aura blanca más pura que jamás había visto. El lugar estaba lleno de caras anónimas, tapadas por máscaras de todo tipo, guardando la identidad de quién las llevara. Pero a ti era imposible no reconocerte: el vestido blanco, los rizos de oro, esos ojos que se veían a quinientos años luz de distancia. Caí en la cuenta de que no quería mantener mi identidad oculta, quería que me vieras, me conocieras y te acercaras a mí. Y eso fue exactamente lo que sucedió: te acercaste sibilina a mi posición, con una mano agarrabas la máscara que aun te ocultaba el rostro y con la otra me cogiste firme pero delicadamente la mano para deleitarme con unos movimientos espléndidos. Dibujamos ambos una sonrisa jovial, supe en ese instante que quería tener una vida a tu lado. Era tan feliz, que noté un pinchazo en el corazón. ¿Tanto podía doler la felicidad? Se me hizo extraño, incluso, que goteara sangre. Esto no era felicidad. Te alejaste con la misma sonrisa que llevabas puesta toda la noche, dejaste el puñal ensangrentado en el suelo y tu vestido blanco impoluto quedó manchado de gotas de mi corazón. 

sábado, 9 de febrero de 2013

Rebel Beat

¿Sabes lo que creo? Creo que he desperdiciado bastante vida queriéndote y estando a tu lado. Por mi bien me he apartado, no nos vemos como antes, no soy la pesada que era entonces cuando quería verte a todo momento. Sigo queriendo verte, pero tengo miedo de que pienses que soy una pesada, que no te deja en paz en todo el día. Quiero que sepas que sí, puedes llamarme cuando estés mal, y cuando estés bien, y sabes que estaré ahí, a pesar de todo. Porque lo que siento por ti es tan fuerte, tan fuerte, que no creo que en toda la vida llegue a extinguirse el amor que siento por ti. Y porque hay momentos en mi vida en los que necesito verte, olerte. Escucharte. Escuchar cómo te quejas de cada persona que te hace daño, sin darte cuenta de que llevo media vida a tu lado sin abandonarte.