viernes, 5 de octubre de 2012

Proyecto 3

Invierno de 1975

Su niñez fue de lo más normal. Sus padres la educaron a la perfección, de vez en cuando tenía sus caprichos, pero cuando decían que no, era que no, y ella siempre rechistaba y pataleaba, aunque fuera en medio de un supermercado. Su adolescencia fue traumática, como la de todos y cada uno de los seres que están pasando o ya han pasado dicha época: le gustaba el más guapo del instituto, tuvo desordenes alimentarios, su físico era su tema principal de conversación, tuvo deslices para con su orientación sexual, los cuales se apaciguaron al cumplir los veinticinco, cuando finalmente sentó cabeza con un estudiante de derecho de familia adinerada. A sus padres no les costó demasiado aceptar dicha relación, puesto que era insuperablemente mejor que la última que había tenido con Steven Corps, alguien echado a perder, drogadicto y dejado ­— incluso se quejaban del hedor que emanaba de sus ropajes —. Después de una boda apropiada para los chicos, los padres de ambos les regalaron una luna de miel de lo más espectacular (¡duró un mes!). Por consiguiente, se fueron a las afueras a vivir, en una casa aislada, con su jardín para los críos — porque es obvio que tuvieron críos: una niña y un niño —, su cocina americana, sus escaleras de madera poco seguras para bebés, su televisión de plasma, los disgustos de las notas de los niños, las alegrías y celebraciones de los cumpleaños en el jardín…

Tal vez todo eso hubiera sucedido de haber salido de un cuento de hadas. Siempre había momentos en los que paraba su mundo particular y suspiraba para ella misma. Su vida hubiera sido prácticamente perfecta, con sus incoherencias usuales, de no ser por…

Otro ruido espeluznante. Despertó del shock, y miró en la dirección de la que provenía el sonido. Su cabello golpeó su mejilla izquierda, sus manos se posaron en la pared, arrapándose lo máximo posible, respirando muy pausadamente. La habían encontrado por segunda vez ese día, pensó que los había despistado gracias a aquél semáforo que se puso en verde justo en el momento idóneo para que la estampida de vehículos les cegara y perdieran su pista. Desgraciadamente, su olor es inconfundible, y más para un olfato como el de ellos.

¡Bien! Espero que haya sido de vuestro agrado, espero vuestra más sincera opinión sobre cómo pinta este comienzo para una primeriza!

1 comentario:

  1. Wohoho!!
    Parece interesante, pues presenta primero lo que todo el mundo llama una vida normal y rompe esa normalidad con un hecho, algo que le cambiara la vida y ese camino por el que tan bien iba encaminada, ¡Quiero mas!

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