Siempre vengo
al caer el sol
a escuchar palabras
que me alejen del rencor.
"¿Quién es, espejo,
quién es?" pregunto,
a veces sin querer.
"Tú eres, mi ama,
tú eres, mi amor".
Me postro ante él
Y vuelvo a preguntar,
Pero el espejo no muestra
Quién soy en realidad.
Siempre engaña,
ahora lo sé,
me enseña una imagen
que no puedo ver.
"Espejito en la pared
contéstame sin esconder
los lamentos de mi alma
ni los años que fieros pasan."
"Entonces, dueña,
al decir entrego mi alma
que ni en vos hay bondad
ni en vuestro rostro beldad.
Si gustáis, rompedme en cien,
que no soy quién para contrariar
a quien me revive cada atardecer
con su canto temeroso
de recibir la cruel verdad
de este siervo sin más."
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