Bien, ya estábamos juntos. Ya nos habíamos casado, ya teníamos nuestro hogar, nuestro "nidito de amor". ¿Y ahora qué? ¿Qué pasará a partir de este momento? ¿Y si no somos felices? Me hace feliz, de eso no tengo duda, pero... ¿y si la rutina nos consume? No me malinterpretéis, estoy en una nube, rebosante de felicidad. Supuro positivismo por cada poro de mi piel. Pero ya no hay nada más. A partir de ahora es una cuesta en picado hacia la muerte.
Ya tengo un buen trabajo, uno que adoro y por el que me he partido la espalda hasta los 30 años para conseguir. Ahora puedo trabajar duro y puedo tener tiempo para hacer las cosas que me gustan. Vale, tengo a la persona que quiero más que a mi vida a mi lado, ya nos hemos casado e instalado en nuestra casa. Ya tiene un trabajo que adora, igual que yo, y se dedica a ello con afán. Igual que yo. Ya no hay nada más interesante que hacer a partir de ahora. Ya no hay emociones a la vuelta de la esquina, ni canciones que erizan la piel al recordarnos a nuestro amor... porque nuestro amor está a nuestro lado. ¿Para qué escuchar una canción cuando me despierto con mi amor cada mañana? Es bonito, no me canso de ello, pero... ya no me emocionan las canciones, las películas, los versos, los libros, las palabras, los besos...
Sólo me queda una cuesta abajo, una pendiente sin frenos, un choque catastrófico en el final. Y la vida se echa encima de mí con sorna, burlándose de mi insignificancia.
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