«Qué extraño, ¿no? Tú ahí sentado sin inmutarte de mi presencia, y yo aquí muriendo a cada latido. Qué ajeno se me hace el sufrimiento de tenerte delante y no pertenecerte, de reír ante la ironía de la vida. ¿Qué fuimos? ¿Qué somos? Antes era tan fácil, era tan nuestro. Ahora es tan mío, tan infinitamente solitario... ahora hay tanto vacío, tanta existencia muda...»
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