Greyson se adentraba en el pasillo oscuro que
sabía a dónde le iba a llevar perfectamente. Sabía que esa noche acabaría
llorando de dolor, pero aún así no se paró ni un segundo ni se planteó dar media
vuelta.
Una gota de sudor cayó desde su frente,
tembloroso se plantó delante de la puerta de la última habitación. Sabía lo que
se iba a encontrar, sabía que iba a pasarlo mal pero no se vino abajo. Miraba de
lado a lado, lo cierto es que una vez allí las cosas ya no eran tan fáciles,
ahora no tenía tanto valor como para tirar hacia adelante, aunque tenía claro
que todo aquello debía acabar de un modo u otro, y quería ser él quien eligiera
el momento y el lugar de terminarlo. Alzó la mano para tocar a la puerta, agachó
la cabeza y su mano se paró en seco antes de provocar el ruido que la abriría.
Intentó poner la mente en blanco, se puso a temblar de nuevo, el corazón se le
iba a desvocar pero se armó de valor, le entró un arranque de rabia y deseo y
golpeó demasiado fuerte incluso la puerta que tenía que abrirse para sofocar el
sufrimiento que llevaba guardado de hacía largo tiempo atrás.
Por lo visto tres toques no fueron suficientes,
pues la puerta no se movió ni escuchó ningún ruido dentro de la habitación.
Volvió a mirar a los laterales para ver si alguien le miraba, posó su mano en el
pomo de la puerta y lo giró suave pero firmemente, hasta dejarla totalmente de
par en par. Observó la habitación, perfectamente ordenada e impregnada de una
fragancia exquisita. Entró en ella, por miedo a que alguien le viera y cerró la
puerta delicadamente para no hacer ningún ruido. Su corazón y sus músculos se
calmaron, ya no temblaba, se había sosegado.
Rodeando la cama, dio una vuelta por la
habitación en busca de algo que le explicara dónde se encontraba el que dormía
todas las noches en ésa habitación, pero no encontró nada: unas cuantas cajas,
joyas, algunas cartas y pocas cosas más.
De pronto, un gemido le hizo reaccionar y giró
el cuello bruscamente provocándole un leve dolor. Se acercó poco a poco a la
cama, donde pudo observar que debajo de las mantas un torso que no subía ni
bajaba, que no respiraba. Los sudores comenzadon y el temblor fue peor que
anteriormente, se acercó a aquél ser y miró su pálido rostro, deseando mirarlo
durante todo el tiempo posible, adorándolo, pero queriendo al mismo tiempo que
despertara para terminar con aquello. No hizo falta mucha espera, abrió los ojos
de repente, asustando a Greyson..
—Greyson... ¿qué estás haciendo aquí?
—Debía hablar contigo, Devian —. susurró
agachando la cabeza de nuevo, con el temblor notandose en su tierna voz.
—¿No... no podías esperar al amanecer? — dijo
retirándose las mantas, intentando abrir los ojos después del profundo sueño que
estaba teniendo. Se incorporó y se quedó un rato, mientras el silencio duraba,
sentado en el borde de la cama. Greyson se quedó de pie, mirando al suelo,
intentando saber exactamente qué decir.
Devian se levantó de la cama, dejándola
deshecha, dirigiéndose a su botella del líquido rojo que muchas veces necesitaba
para mantenerse en pie. La ancha camisa caía por su hombro, sus piernas fuertes
y delgadas estaban a la luz de la luna y Greyson pudo verlas con demasiada
facilidad, algo que no ayudaba a su objetivo nocturno.
—Devian, quiero acabar con esto ya.
—¿Con qué? — contestó después de darle un trago
a su botella.
—Lo sabes... no puedo seguir así. Debemos
centrarnos en lo que realmente importa y no creo que sea apropiado... — cortó la
frase, si decía una palabra más iba a venirse abajo y era lo que precisamente no
quería, que Devian lo viera débil.
—Te preocupas demasiado —. dijo cortante. Se
dirigió hacia Greyson y posó sus manos en los hombros de Grey, haciendo que éste
se estremeciera y temblara de nuevo. Con un suave pero fuerte movimiento, llevó
a Grey hasta sentarlo en el borde de la cama, y éste se sentó a su lado,
intentando calmarle. Sabía que Greyson era de aquella manera, sensible, dulce y
que siempre se preocupaba demasiado por las cosas, al contrario que él. —
Relájate. — le dijo, y le tumbó en su cama, dejándole bocarriba.
Greyson perdía la mirada tantas veces como
podía hacia arriba, pensando en mil cosas a la vez, con los recuerdos
mezclándose entre ellos y haciéndole la cabeza un lío, peor de lo que la tenía.
Devian lo miraba sin cesar, se quedó mirándole por el largo rato que duró aquél
silencio, puso sus manos a lado y lado de Greyson, provocando que ambos cruzaran
la mirada y que Devian, sin quererlo, sintiera un impulso enorme que hizo que
sus labios se juntaran y que luego se tumbara a su lado para dormir junto a él
lo que quedaba de noche.
asdfghj me ponen, he dicho.
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